El toro enmaromado o de cuerda, fue una de las formas más generales de lidia. No olvidemos que esta modalidad de ritualidad taurina tuvo especialmente en los siglos XVI y XVII una gran aceptación y este tipo de festejos se extendieron por esta piel de toro que es la península ibérica. Esta aceptación y extensión no se circunscribe únicamente a los toros enmaromados o ensogados, sino a toda una serie de fiestas y suertes taurinas que tuvieron gran difusión en el pasado. Es en las últimas décadas del siglo XVII (desde 1692), cuando comienza a hacerse presente en las partidas correspondientes a los gastos de las fiestas del Corpus el “buey enmaromado”, especialmente en relación con las propinas que se daban a los “zagarrones» y mozos que los conducían o guiaban en su recorrido. Era muy frecuente en estos siglos celebrar juegos de toros y diferentes suertes con los toros que iban destinados al matadero. Estas referencias continúan durante la primera mitad del siglo XVIIII. Entendiendo por buey una res morucha o de relativa bravura. Precisamente será el “obligado del abasto de carne”, es decir; el particular que tomaba en arriendo el matadero de la villa por un año, quién se comprometía como una cláusula de sus obligaciones, a proporcionar un toro de estas características, para que éste fuese corrido sujeto a una larga soga por las calles de Benavente.
Es a mediados del siglo XVIII (desde 1780) cuando este festejo, incluido siempre en las celebraciones del Corpus, aparece ya en la documentación municipal con la denominación de “toro enmaromado de la víspera del Corpus”. Desde entonces aparece siempre entre los componentes de la fiesta y concretamente en la víspera del Corpus. Tan sólo en contadas ocasiones se correrá un toro enmaromado en Benavente al margen de esta celebración. El arraigo y éxito del festejo se debe en buena parte a la figura del “Obligado del abasto de la carne”. El arrendatario de este suministro estaba condicionado, según las cláusulas del contrato que se renovaba cada año, a proporcionar un toro para correrse enmaromado la víspera del Corpus.
Desde mediados del siglo XIX, con la supresión del sistema de arrendamiento del abasto, será el propio Ayuntamiento quien se haga cargo de la adquisición del toro, aunque en determinados momentos a causa de las dificultades de la hacienda municipal se recurrirá a otros procedimientos (bien a la generosidad de algún vecino acaudalado o bien mediante cuestación pública, como forma de sufragar el coste del astado). A mediados del mencionado siglo con la supresión de la figura del obligado del abasto, la adquisición del toro para la fiesta pasará por diversos avatares que hacen peligrar la continuidad del festejo. Así en algunos momentos para sufragar el coste del mismo se comienza a subastar a la res una vez muerta. En diferentes momentos durante el siglo XIX numerosos avatares y acontecimientos de todo tipo afectan al festejo, corriendo este incluso el riesgo de desaparecer (guerras, revoluciones, crisis, económicas, falta de caudales para festejos, etc.). No obstante, pese a estas dificultades, la voluntad de los benaventanos consigue que la tradición continúe. Otro aspecto que viene a incorporarse al mismo durante las últimas décadas del siglo XIX es el hecho de que carne del toro una vez sacrificado pasa a repartirse entre los menesterosos y necesitados. Tras esta una supresión temporal de este festejo, durante las primeras décadas del siglo XX, esta tradición retorna con gran con fuerza a finales de los años treinta del mismo, celebrándose hasta la actualidad con gran arraigo y participación como una de las señas de identidad local.
En 1908 un decreto del Ministerio de Gobernación prohíbe la celebración de festejos taurinos por la vía pública. Durante treinta años la carrera del toro enmaromado por las calles de Benavente se verá interrumpida, hasta que con motivo de la conclusión de la Guerra Civil se recupera la tradición. Desde 1939 una Comisión Popular de Fiestas se hace cargo de la gestión y organización de las mismas, al principio de una forma espontánea, para ir adquiriendo en años sucesivos un carácter oficial. Desee entonces sucesivas comisiones populares gestionarán lo relativo a los festejos del “Toro Enmaromado”.
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