En numerosos lugares de la geografía española este tipo de festejos o suertes taurinas populares suponen la afirmación y pervivencia de una tradición que cíclicamente se celebra y, al mismo tiempo se rejuvenece cada año, como el Ave Fénix que renace de sus cenizas. Las gentes son las que hacen posible la fiesta, la fiesta como catarsis, lo lúdico como válvula de escape o manifestación de lo espontáneo…, el placer colectivo, del que nos habla Caro Baroja.
El rito originario cuyo protagonista es el toro, se ha visto sometido a una cierta deformación y para reconstruir su carácter primitivo, hemos de atenernos en primer lugar a la documentación existente sobre el mismo, historiando hasta donde nos sea posible, pese a lo limitadas que resultan las fuentes en algunos momentos. Un segundo paso para abordar el tema sería ya competencia de etnólogos, antropólogos y estudiosos de lo táurico. Es desde el conocimiento de nuestra historia y tradiciones como podremos comprender y valorar mejor nuestra identidad como comunidad humana. Mantener al menos los componentes singulares y autóctonos del festejo sería sin duda un buen camino para aproximarnos más al sentido que tuvo origen y durante varios siglos esta tradición.
El toro enmaromado, ensogado o de cuerda, que así se le conoce por recibir distintas denominaciones según las zonas donde se sigue celebrando, es una de las suertes taurinas más antiguas y populares extendidas por la geografía española. De hecho, muchas suertes o modalidades taurinas prácticamente desaparecieron, en el caso de los toros de cuerda, ensogados o enmaromados, que estuvieron en el pasado muy extendidos por toda la geografía nacional, aunque tan sólo pervivieron en algunas localidades donde estaba más arraigada esta tradición, como es el caso de Benavente.
Conocemos por la documentación conservada que el toro enmaromado se elegía o seleccionaba ya desde el siglo XVII por unos comisionados que se trasladaban a las dehesas. Entre ellos se encontraban los regidores de fiestas, pues en las partidas de gasto de las fiestas se reflejan las cantidades abonadas por las dietas y las propinas a los mayorales y vaqueros que conducían a la res y las encerraban en el toril por aquellas fechas. En cuanto a los enmaromadores del toro conocemos por las referencias que éstos eran entendidos o expertos conocedores del ganado y que pertenecían a las sagas familiares de los carniceros de la villa, pues en ocasiones aparecen sus nombres. Así se constata en las últimas décadas del siglo XIX las familias de carniceros de la villa como los Pajares, los Aguilar, los Navarro, etc. Respecto a la carne del toro conocemos qué por aquella época de las últimas décadas del siglo XIX, solía distribuirse una libra de carne a cada uno de los necesitados o menesterosos, pues la situación de la hacienda municipal había mejorado y ya no era necesario compensar tal coste mediante su venta, y una vez sacrificado, a los carniceros. En cuanto al toril o chiquero en 1894 por primera vez se construye un chiquero “para encerrar al toro bravo” a fin de evitar que acometiese al resto del ganado.
Las Fiestas del “Toro Enmaromado” y sus componentes constituyen en definitiva unas fiestas con unas características propias, fruto del proceso y devenir histórico de Benavente, y que responden a las tradiciones e idiosincrasia de sus gentes. Este festejo obedece a una antiquísima tradición taurina de carácter popular, pues sabido es que las fiestas y festejos taurinos constituyen desde tiempo inmemorial uno de los acontecimientos de más arraigo de todo el año. El Toro Enmaromado de Benavente instituido en el siglo XVII, es sin duda una de las fiestas más enraizadas en el sentir de la población. Numerosos son los avatares o acontecimientos por los que la fiesta ha tenido que transcurrir durante más de tres siglos (guerras, revoluciones, crisis políticas y económicas, prohibiciones administrativas, etc.), sin embargo. ahí continúa pese a los innumerables contrariedades y obstáculos que a lo largo de la historia se han presentado, gracias a la tenacidad y voluntad de los benaventanos.
Hemos de tener en cuenta que las fiestas tradicionales forman también parte del substrato humano, del legado histórico y del acervo cultural de esta tierra. Por ello esfuerzos en el mantenimiento de esta celebración que forma parte de un legado que debe ocupar el lugar que siempre le ha correspondido, como digno que es de ser conservado y transmitido con la pujanza, esplendor y vitalidad hasta la actualidad ha gozado en esta ciudad y región. Por ello presentamos a continuación una relación cronológica sobre la historia de esta fiesta y las gestiones institucionales de todo orden que se han debido llevar a cabo para su legalización y su promoción.
El Toro Enmaromado de Benavente constituye un eslabón que forma parte de la larga y variada cadena de ritos y fiestas donde la figura del toro es el elemento principal. En algunos casos estas suertes taurinas populares han llegado con plena vigencia hasta nuestros días. Forman parte de la transmisión cultural de padres a hijos, fruto de la voluntad y necesidad de aleccionar y experimentar en las nuevas generaciones en los rituales propios de cada comunidad o grupo humano. Para ello se realizan de forma iniciática diversos juegos para emular la carrera del astado y los corredores.
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