Una forma diferente de acercarse al mundo de la tauromaquia en general y al de los festejos taurinos populares, y en nuestro caso particularmente a la suerte de los llamados toros de cuerda, ensogados, de cinta o enmaromados es sin duda la de la fotografía. Las fotografías en general hablan por sí solas y nos permiten volver la mirada atrás, proporcionándonos la oportunidad y la emoción de viajar en el tiempo. Son espejos de la memoria que confinan en una cartulina pequeños fragmentos de nuestras vidas. Estas imágenes, en ocasiones ya amarillentas por el paso de los años, nos ofrecen la oportunidad de asomar a otros momentos de la historia. Su valor e interés como documento y testimonio gráfico nos posibilita contemplar el cambio de nuestras vidas, pues en cierta forma son fragmentos de la memoria que nos muestran “tal como éramos”.
Mucho es lo que resta aún de conocer sobre la existencia de la fotografía en nuestra ciudad de los “Condes Duques”, y lo que este arte ha dado de sí desde que el británico William Clifford en 1854 realizase precisamente en Benavente las primeras fotografías llevadas a cabo en la provincia de Zamora. Entre ellas una que nos muestra la grandiosidad que tuvo en otro tiempo su Castillo de la Mota, que fue en otro tiempo palacio de los Pimentel. El rastreo fotográfico supone un notable esfuerzo de recopilación debido a la dispersión de los materiales y de las fuentes de información al respecto. Por ello es de agradecer las iniciativas que se ha emprendido en este campo durante los últimos años en recuperar el patrimonio gráfico local, fruto de lo cual han surgido algunas publicaciones. Otras aportaciones de interés directamente relacionadas con el mundo de la fotografía en ámbito benaventano son las de algunas misceláneas fotográficas recopiladas y editadas por diversos autores, sobre temática local del patrimonio. En concreto sobre la temática de nuestro más arraigado festejo son de reseñar la colección fotográfica de Alejandro Flórez sobre “Fotografías de la Fiesta del Toro Enmaromado”. La publicación de este álbum constituye un eslabón más en el conocimiento de la historia de la fotografía local, crucial para comprender nuestra identidad como pueblo, como comunidad humana.
En este proceso de búsqueda y recopilación localizamos también diversas noticias y referencias sobre los fotógrafos locales que insertaban sus reclamos publicitarios en las páginas de anuncios de los periódicos y semanarios benaventanos como: La Sociedad Electrofotográfica Madrileña, López y Cienfuegos Fotógrafos, entre 1896-1898 o posteriormente, a partir de la década de 1930, Foto Testera, entre otros muchos. Sería prolijo reflejar aquí la densa relación de fotógrafos de toda época y condición que arribaron periódicamente o se asentaron en Benavente. Baste recordar a algunos de los profesionales que marcaron época, así en el periodo de 1920-1930 cabe citar a algunos como Roque Montes Martínez, Eusebio Iglesias Andrés, Julio Spitcer Salgado, Francisco de Inés Díaz, Emiliano Manzano de la Cruz, Pablo Testera San Martín (quien mantendría abierto su estudio durante varias décadas posteriores). En los años 40 y 50 encontramos a José Villarejo Burgo, Manuel Virosta López, José Rodríguez Alonso y Foto Donci (David Cidón), etc. En los años 60 y 70, desarrollaron su labor profesional en Benavente: Saturnino Ferrero Peral, Ángel García Esteban, Foto Rodrigo, Foto Estudio Mancebo, Foto Jatas, Foto Jesús, Foto Rápido, Foto Peleas (Luis Esteban), Foto Pablo González y más recientemente durante las últimas décadas: Foto Claudio de la Cal, Foto Philmar, Foto Lomi, Foto Leonardo, Foto Pablo (hijo), Foto Juanjo, Foto Dani, Foto San Cristóbal, etc.
También fotógrafos profesionales con estudio en otras localidades se trasladaban ocasionalmente para cubrir el festejo: Foto Cuevas, Foto Trabanca, Foto Los Charros (Salamanca), Foto Vega (de Aspariegos, Zamora), Foto Jesús Saldaña, etc. También debemos hacer mención de aquellos fotógrafos asentados en la villa o que acudían ocasionalmente a instalar sus estudios ambulantes.
La labor ingente de recabar y recuperar buena parte del material gráfico existente sobre nuestra más conocida y popular fiesta, así como la iniciativa de que se ponga a disposición del lector y público en general es sinceramente de agradecer.
Las fotografías que captan y reproducen la carrera del Toro Enmaromado, por su temática nos permiten la contemplación de unas imágenes que constituyen una visión retrospectiva e histórica del devenir de la fiesta durante los últimos setenta u ochenta años. Las imágenes sobre nuestra más querida fiesta fueron realizadas en su mayor parte por fotógrafos locales y foráneos que quisieron captar las mejores instantáneas dl festejo, encaramados en lugares a veces inverosímiles en algunas ocasiones a riesgo de sus propias vidas, al tratar de aproximarse demasiado al astado para obtener las mejores instantáneas. Estas estampas gráficas concitan ya de por sí gran interés al mostrarnos un espectáculo plástico y visual, cargado de fuerza y poder de atracción como es este festejo tradicional de la carrera del astado por las calles y plazas de Benavente. Son un documento ilustrativo sobre la propia evolución de la fiesta durante las últimas décadas, pero también reúnen en sí un gran valor como testimonio gráfico y sin duda también indiscutible interés etnográfico. Suponen también un ejercicio de reflexión sobre nuestras raíces como comunidad humana, de nuestra idiosincrasia como pueblo que somos y al que pertenecemos. Nos permiten además apreciar comparativamente la evolución y dinámica de la propia fiesta, de la forma de correr y realizar la carrera, de llevar la maroma y de disponerla en las argollas situadas en el recorrido, pero también nos informan y descubren las incidencias durante su desarrollo, incluso las espectaculares arrancadas y cogidas, a veces trágicas, que se han producido en algunas ocasiones.
Desde el punto de vista histórico y patrimonial el recorrido por estas instantáneas nos posibilita el observar los cambios acaecidos en relación del conjunto urbano de Benavente durante estos más de setenta años, es decir, desde que se recuperase la tradición del Toro Enmaromado. A veces son prácticamente el único testimonio gráfico con el que contamos para seguir la evolución urbana de la ciudad, sobre todo en determinadas épocas, pues estas fotografías constituyen a veces la única referencia sobre algunos edificios ya desaparecidos de la misma. Se pueden apreciar así las transformaciones y las alteraciones producidas en sus paisajes urbanos o semiurbanos, las metamorfosis de sus monumentos y edificios más representativos o singulares, la fisonomía de sus calles y plazas, la sucesión de establecimientos comerciales y hosteleros, los hitos o elementos del paisaje y mobiliario urbano, las vestimentas de corredores y espectadores, etc. En la película fotográfica quedaron para siempre reflejadas las imágenes de un Benavente que se fue, y donde observar y seguir no solo la carrera del burel, y vislumbrar así cómo se procedía antiguamente a poner la maroma al astado, cómo era el antiguo toril, cómo se desarrollaban las carreras del astado y los mozos en las distintas fases y tramos del recorrido, cómo se apiñaba el público expectante en determinados lugares, etc., etc.
Las fiestas del Toro Enmaromado fueron captadas por la cámara de los fotógrafos locales y ambulantes, profesionales que arriesgaban cámara en ristre para aproximarse al astado y captar así una buena instantánea. A alguno como al fotógrafo David Cidón ello le reportaría trágicas consecuencias. El fruto de su arriesgado trabajo eran unas instantáneas que una vez reveladas se exponían para su comercialización en los escaparates de los estudios fotográficos de la ciudad durante los días posteriores a la carrera del astado, costumbre esta que se sigue llevando a cabo por algunos de los profesionales de nuestra localidad. En tiempos atrás los fotógrafos ambulantes fijaban para la venta sus reportajes sobre la carrera, se puede decir que “recientes y calentitos”, en las barracas fotográficas, en los tableros expositores en la Plazuela de la Mota o en la de Santa María tan solo unas horas después de concluido el festejo.
Tampoco faltan entre estas instantáneas las correspondientes a la tradicional petición del enmaromado, que tiene lugar durante la festividad de la Patrona, la Virgen de la Vega (cincuenta días antes de que el toro salga a las calles benaventanas).
Son fragmentos fotográficos que captan en diferentes celebraciones anuales los momentos en que una multitud abigarrada en la Plaza Mayor de Benavente solicita a las autoridades que asoman al balcón del Consistorio, que un año más, como es tradición, concedan el astado. A través de ellas comprobamos el paso inexorable del tiempo, en el que las gentes corean al unísono el preceptivo: “toro, toro, toro”, en un ejercicio o manifestación de voluntad popular.
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